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B. Vizcaíno

Crónica Ratera

Viernes: Tras una semana de mirar la previsión del tiempo casi obsesivamente, llega el deseado fin de semana, cuando toda la ilusión acumulada de la semana empieza a materializarse, y  ¿dónde andará el papelín que nos dieron en el curso?¿por qué no ajusté los crampones ayer?

Sábado: ¿Qué es esa música? Uy, el despertador, qué pereza ir a currar...pero veo algo raro: ropa térmica por los suelos, unos esquís, las botas,...que no!, que es sábado!: al monte!!! Preparación de bocadillos, la tortilla, la empanada,  el agua, meter las cosas en la mochila, ¿qué me dejo?¿necesito todo esto? Bueno, como no va a hacer frío en el refugio me dejo el plumas, total...(inocente criatura...)

Salimos de Zaragoza y nos juntamos todos en el parking de Espot. La subida al refugio es corta y descansada, pero ¿dónde está la nieve?. La cena es un girigall tremendo, a duras penas oigo a Carmen que está al fondo de mi propia mesa, y no puedo dejar de reírme con Ignacio, mítico promotor del Ministerio de Asuntos Pendientes, y escucho atenta las historias del Nepal. Con vino y pacharán alegramos la noche un poco, deseando disfrutar de la somnolencia etílica, pero no fue así...

Domingo por la mañana: muy pocos han dormido a pierna suelta, pero coincidió que justo eran los que roncaban! Bastante frío y humedad en el microrefugio, pero por fin son las 6 así que arriba todo el mundo. Algunas llevamos tal empanada que vamos mangando botines ajenos, y para darle emoción al asunto tardo bastante en darme cuenta...ay mare, quin cap!

Nos organizamos y empezamos el porteo. Pasamos Sant Maurici, vaya espectáculo: el lago, Els Encantats, y por fin, la deseada nieve! Tras un repecho llegamos al Refugi d'Amitges, donde nos hubiera gustado dormir. Reponemos fuerzas, echamos mano del esparadrapo y tiramos para arriba con ganas. El paisaje es magnífico y el tiempo nos está concediendo una tregua benigna (esa previsión infalible). Vamos avanzando sin prisa, los 25 en una hilera que provocaría la envidia de algunos gusanitos pinícolas...

Por fin la pala del Pic de Ratera, donde vemos que el ascenso con esquís no puede ser. Nos los quitamos y nos ponemos los crampones, para ir directos a la cima. Desde arriba, satisfechos por el esfuerzo recompensado, nos hacemos fotos y disfrutamos de las vistas, de los nubarrones que vienen, y del poco sitio que tenemos en la cumbre.

Ya bajando se oyen gritos. Nuria, fuera de ahí! Se ve que los que bajamos vamos tirando bolas de nieve a los de abajo, que  a lo peor podría haber sido una alud, pero la sangre no llegó al río. Nos ponemos de nuevo los esquís y bajamos pitando, que la cosa se va poniendo gris.

La bajada se hace corta, pero no se llegó a disfrutar como la subida, ni mucho menos (comentario muy personal susceptible de crítica). De todo se aprende, eso sí.

Y así, poco a poco, fuimos dejando atrás el Ratera, la nieve, Sant Maurici y el sol. Entusiasmados por el fin de semana, la comida en el parking y el viaje de regreso se convierten en un sinfín de proyectos, picos, travesías...pequeños sueños e ilusiones forjados a base de esfuerzo e ilusión.

Fins un altra, companys!

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